jueves, 31 de julio de 2008

Anne Rice, Pandora [II]

...Me alcé hacia ella. Su brazo me rodeó y apartó el cabello del rostro. Extendí los brazos para abrazarla por el cuello porque no podía hacer otra cosa. Estábamos demasiado cerca para otro posible signo de amor.
Sentí la suave seda de su pelo trenzado, y la frialdad y firmeza de sus hombros, de su brazo. Pero ella no me miró. Era un objeto petrificado. ¿Podía mirarme?¿Había decidido permanecer en silencio, con la vista clavada al frente? ¿Era presa de un hechizo malévolo, un hechizo del que sólo podían despertarla un millar de himnos?
En mi delirio vi las palabras grabadas en unas piezas de oro entre las joyas de su collar. "Traedme al malvado y beberé su sangre."
Tuve la impresión de que me hallaba en el desierto y el collar daba tumbos por la arena, arrastrado por el viento, como el cadáver del ser abrasado. Abatido, perdido, para ser rehecho.
Sentí como si un imán invisible atrajera mi cabeza hacia su cuello. Ella extendió los dedos sobre mi pelo, dirigiendo los movimientos de mi cabeza, instando a mis labios a sentir aquella piel.
Ella ladeó la cabeza ligeramente, apartado un poco el rostro, mostrándome el cuello. Vi con toda nitidez la vena de la que ella deseaba que bebiera.
La Reina pasó los dedos delicadamente a través de mi pelo, sin tirar de él y sin lastimarme, simplemente tomándome la cabeza, haciéndome experimentar un delicioso éxtasis, instándome con suavidad a aproximar el rostro y que mis labios ya no pudieran rehuir el contacto con su explendorosa piel...


1 comentario:

Arkalius dijo...

Ese libro es mio!!! jaja

mil besos te amo!!