lunes, 24 de agosto de 2009

Paulo Coelho, la Bruja de Portobello

Nadie enciendo una lámpara para esconderla detrás de la puerta: el objetivo de dar la luz es dar más luz, abrir los ojos, mostrar las maravillas a su alrededor.
Nadie ofrece len sacrificio lo más importante que posee
: el amor.
Nadie pone sus sueños en manos de aqu
ellos que pueden destruirlos.
Excepto Athena.
Mucho tiempo después de su muerte, su antigua maestra me pidió que la acompañase hasta la ciudaad de Prestonpans, en Escocia. Allí, aprovechando una ley feudal que fue abolida al mes siguiente, la ciudad concedió el perdón oficial a ochenta y
una personas -y a sus gatos- ejecutadas por practicar la brujería entre los siglos XVI y XVII.
Según la portavoz oficial de los barones de Prestoungrange y Dolphinstoun, "la mayoría habían sido condenados sin ninguna prueba concreta, basándose solamente en los testigos de la acusación, que declaraban sentir la presencia de espíritus malignos".
No merece la pena recordar de nuevo todos los excesos de la Inquisición, con sus potros de tortura y sus hogueras en llamas de odio y venganza. Pero en el camino, Edda repitió varias veces que había algo en ese gesto que no podía aceptar: la ciudad y el decimocuarto barón de Prestoungrange y Dolphinstoun les estaban "concediendo el perdón" a personas ejecutadas brutalmente.

1 comentario:

Arkalius dijo...

^^ me gusta ^^ (aqui si me entero) xDDDD