I
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando:
cuán presto se va el placer,
cómo después de acordado
da dolor,
como a nuestro parescer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor
II
Y pues vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado, si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
porque todo ha de pasar
por tal manera
III
Nuestras vidas son los ríos
que van a parar al mar
que es morir:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí, los ríos cuadales,
allí, los ríos medianos,
y más chicos;
allegados, son iguales,
los que viven por sus manos
y los ricos
VII
Si fuese en nuestro poder
tomar la cara fermosa
corporal
como podemos hacer
el ánima glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
y tan presta
en componer la cativa,
dejándonos la señora
descompuesta
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