jueves, 1 de julio de 2010

Cielo Latini, Abzurdah

Una nena que creció leyendo Bécquer, mientras sus compañeras jugaban a ver quién se pintaba los labios del color más lindo, no es normal. Y nunca invité a una amiga a mi casa. Nunca, nunca, nunca. Nunca me llamaron por teléfono (quizá de ahí venga mi casi fobia telefónica). Pero no exagero. Creo que ni yo me sabía mi teléfono de memoria. Bueno, era rara, atrozmente rara.No solamente porque no tenía los mismos hábitos que todas las demás, sino porque era bastante acomplejada gracias a (creía yo) mis viejos y mis compañeros del colegio.
Dos ejemplos rapidísimos:
1 Verónica. ¡Cómo olvidarte! En algún momento pensé que era mi amiga. Resultó ser una imbécil, como todas. Y además, protagonista de uno de los peores recuerdos del maldito primer colegio al que fui. Ella, delgada y morena. Yo, casi obesa y blanca como los dientes de mi gato.
Una profesora nos pidió que alguien le alcanzase, por favor, la guitarra que estaba detrás de un mostrador de madera. Para acceder a la guitarra había que pasar por un estrecho (bueno, no tan estrecho) espacio entre paared y mostrador. Yo, voluntariosa y alumna predilecta, me levanté para hacerlo y sucedió lo obvio: no pasé. Era un tanqque, admitámoslo. Verónica-morocha, graciosa, con una sonrisa resplandeciente- se acercó dando saltitos al cántico de :"Yo voy a Slim, voy a Slim. Yo voy a Slim, voy a Slim."
¿Qué más puedo agregar? Verónica alcanzó la guitarra y yo me puse colorada. Y a llorar, supongo. (...)
2. (...) Después todos se fueron a trepar árboles. Peligro: no sé trepar árboles. Es decri, sí sé, pero nunca me animaba. Tenía la idea de que el árbol no iba a poder soportar mi peso. Y de hecho, sentía que las ramas de derretían debajo de mí. Es por eso que ptra vez, mientras todos subían a los árboles y jugaban a ver quién llegaba más alto, yo quedaba fuera. Abajo. con las hormigas. Y los seres humanos arriba.
El tema es que después se cansaron de trepar y cominamos todos juntos por entre los árboles. Me sentía bien. Todos estábamos abajo. de repente, Enrique no tuvo mejor idea que hacer5 un comentario filoso. ¿ya les dije que me gustaba Enrique? (...) Enrique me miró y me dijo: " Y pensar que cuando éramos chicos eras la más linda. Eras hermosa.'¡Cómo cambia la gente! ¿No?"
No recuerdo mucho acerca de ese colegio ni de sus integrantes; pero cuando mucho después me preguntaban por qué era anoréxica y no me creían que había sido gorda, yo pensaba para mis adentros: "Ja, pregúntenle a Verónica o a Enrique"

No hay comentarios: