domingo, 8 de noviembre de 2009
Goethe, Die Leiden Des Jungen Werther (1774)
(…) Muchas veces se ha dicho que la vida es un sueño, y no puedo desechar de mí esta idea. Cuando considero los estrechos límites en que están encerradas las facultades activas e investigadoras del hombre; cuando veo que la meta de nuestros esfuerzos estriba en satisfacer nuestras necesidades, las cuales, a su vez, sólo tienden a prolongar una existencia efímera; que toda nuestra tranquilidad sobre ciertos puntos de nuestras investigaciones no es otra cosa que una resignación meditabunda, y que nos entretenemos en bosquejar deslumbradoras perspectivas y figuras abrigadas en los muros que nos aprisionan (…)
De nuevo Goethe. Algún día tendré en mis manos esta bella obra en alemán....
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Göthe, Faust (Fausto)
Una estancia gótica, estrecha y de elevada bóveda. FAUSTO, inquieto, sentado en un sillón delante de un pupitre.
FAUSTO
Con ardiente afán ¡hay! estudié a fondo la filosofía, jurisprudencia, medicina y también, por mi mal, la teología; y héme aquí ahora, pobre loco, tan sabio como antes. Me titulan maestro, me titulan hasta doctor y cerca de diez años ha llevo de los cabezones a mis discípulos, de acá para allá, a diestro y siniestro.... y veo que nada podemos saber. Esto llega casi a consumirme el corazón. Verdad es que soy más entendido que todos esos estultos, doctores, maestros, escritorzuelos y clérigos de misa y olla; no me atormentan escrúpulos ni dudas, no temo al infierno ni al diablo.... pero, a trueque de eso, me ha sido arrebatada toda clase de goces. No me figuro saber cosa alguna razonable, ni tampoco imagino poder enseñar algo capaz de mejorar y convertir a los hombres. Por otra parte, carezco de bienes y caudal, lo mismo que de honores y grandezas mundanas, de suerte que ni un perro quisiera por más tiempo soportar semejante vida. Por está razón me dí a la magia, para ver si mediante la fuerza y la boca del Espíritu, me sería revelado más de un arcano, merced a lo cual no tengan en lo sucesivo necesidad alguna de explicar con fatigas y sudores lo que ignoro yo mismo, y pueda con ello conocer lo que en lo más íntimo mantiene unido el universo, contemplar toda fuerza activa y todo germen, no viéndome así precisado a hacer más tráfico de huecas palabras. ¡Oh luna, que brillas en toda tu plenitud!¡Ojalá vieras por vez postrera mi tormento! Tú, a quien tantas veces a la media noche esperaba yo velando junto a este pupitre; entonces, inclinado sobre papeles y libros, te me aparecías, triste amiga mía. ¡Ah! ¡Si a tu dulce claridad pudiera al menos vagar por las alturas montañosas o cernerme con los espíritus en derredor de las grutas del monte, moverme en las praderas a los rayos de tu pálida luz, y, libre de toda densa humareda del saber, bañarme sano en tu rocío! ¡Ay de mí! ¿Toda vía estoy metido en esa mazmorra? execrable y mohoso cuchitril, a través de cuyos pintados vidrios se quiebra mortecina la misma grata luz del cielo. Estrechado por esa balumba de libros roídos por la polilla, cubiertos de polvo, y alrededor de los cuales, llegando hasta lo alto de la elevada bóveda, se ven pegados rimeros de ahumados papeluchos; cercado por todas partes de aredomas y botes; atestado de aparatos e instrumentos; abarrotado de cachivaches, herencia de mis abuelos.... ¡He aquí tu mundo! ¡Y a éso se llama un mundo! ¿Y aún me preguntas por qué tu corazón se oprime ansioso en tu pecho, por qué un dolor indecible paraliza en ti todo moviendo vital? En lugar de la naturaleza viviente en cuyo seno creó Dios a los hombres, Sólo ves en torno suyo esqueletos de animales y osamentas de muertos, todo confundido entre el humo y la podredumbre.
¡Ea! ¡Fuera de aquí! ¡Huye al dilatado campo! ¿Acaso no es para ti suficiente salvaguardia este misterioso libro de la propia mano de Nostradamus? Entonces conocerá el curso de los astros, y si la Naturaleza te alecciona, entonces se te abrirá la potencia del alma, y te hablará como habla un espíritu a otro espíritu. En vano es que la árida meditación te descifre aquí los sagrados signos. ¡Vosotros, espíritus que flotáis junto a mí, respondedme, si oís mi acento! (Abre el libro y ve el signo del Macrocosmos). ¡Ah! ¡Qué deleite invade súbitamente todos mis sentidos a la vista de este signo! Siento circular por mis nervios y venas, otra vez enardecida, una nueva y santa dicha de vivir. ¿Fue un dios quien trazó estos signos que calman el hervor de mi pecho, llenan de gozo mi pobre corazón, y mediante un misterioso impulso descubren en torno mío las fuerzas de la Naturaleza?
¿Soy un dios? ¡todo se hace para mi tan claro! En estos simples rasgos veo expuesta ante mi alma la Naturaleza en plena actividad. ahora, por vez primera, comprenso lo que dice el sabio: “El mundo de los espíritus no está cerrado; tu sentido está obtuso, tu corazón está muerto. ¡Ánimo discípulo, baña sin descanso tu pecho terrenal en los rayos de la aurora!” (Contempla el signo).-
No me agrada la idea de poner un fragmento de Göthe en español, pero qué le vamos a hacer si nadie lo entiende en alemán.
Aún así me gusta el fragmento y me parece bien traducido.
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