miércoles, 24 de septiembre de 2008


No me juzgues. No me maltrates. Sólo trata de mirarme. Entender el sufrimiento que me agobia. Dime que jamás conoceré la gloria. Denigrame, que estoy muerta. Ya no tendré que abrir más puertas. Insultame, golpeame. Ya no pertenezco. Ya no existo. Poco me importa las lágrimas cotidianas que derrocho. Insignificante me es la sangre que derramo por el dolor. Nulo es el dolor e irreal el sufrimiento. Mariposas, hadas, princesas, reinas y doncellas cubren el verdadero gélido y horroroso mundo en el que existo. No existe nada de eso. Me crearon ilusiones en las que caí como la ilusa que siempre fui. Para muchos es fácil decir desde afuera: "querete", "dejalo o morite". Si sólo les cediera mi posición por unos segundos......Un insulto, una palabra, una grosería me llevan a aferrarme más a mi perdición. No me hagan reir, no voy a morir. Porque ya estoy muerta....La sangre que cae al piso expresa odio, dolor, vergüenza, la indignidad de una niña que vive simulando.

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